Precisamente la figura de
Sócrates ha sido tradicionalmente contrapuesta a la de los sofistas,
constituyendo el modelo mítico de sabio incorruptible, ejemplo intachable de
moralidad. Es la figura del pensador que está dispuesto a morir por defender
sus ideas. Sin embargo, este hombre, que la tradición filosófica consideró
modelo de pensador, no escribió nada. Tal hecho se relaciona con su modo de
entender la filosofía como una actividad. El escritor puede comunicar una
doctrina, pero no estimular la investigación, el filosofar y el razonar; para eso
es preciso el dialogo riguroso, a partir de la toma de conciencia de la propia
ignorancia.
La
personalidad y obra de Sócrates nos ha llegado a través de tres testimonios
fundamentales: Jenofonte, que nos ofrece la imagen de Sócrates ocupado en la
formación de buenos ciudadanos;en la imagen de Jenofonte Sócrates estaba interesado fundamentalmente por la
formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría
reducida a la de un moralista práctico: la caricatura de Aristófanes que lo presenta como filósofo de la
naturaleza, amante de las complicaciones
intelectuales, y la de su discípulo Platón, que en la Apología de Sócrates nos
da la imagen más idealizada del personaje humano y del filósofo. En la versión
platónica, Sócrates aparece como precursor de la teoría de las ideas, versión
que ha sido la más utilizada por la tradición filosófica y sobre la que más
ha reflexionado la cultura posterior.
•
Históricamente la valoración
de Sócrates ha experimentado variaciones: SanJustino considerará a
Sócrates como precursor de Cristo, y a partir de él, muchos autores
cristianos dirán que el optimismo racionalista de Sócrates era reflejo
de una especie de revelación parcial que había recibido por parte de
Dios.
•
Erasmo lo añadía en las
letanías y rezaba Sancte Socrates, ora pro nobis .
•
Los Kantianos vieron en él a un
Crítico
•
Los Románticos vieron en él un
soñador y reaccionario.
•
Nietzsche vió en él a un
antivitalista.
B) LA AUTOEXPERIENCIA MORAL
EN SOCRATES
Como contemporáneo que es de los sofistas, su
problemática filosófica es similar a la de aquéllos: la reflexión sobre el
hombre y la sociedad (la ciudad-estado para los griegos). Y dentro de esta
problemática general acerca del hombre, quizás la cuestión básica sea la
reflexión sobre la moral, sobre la norma y el valor.
Y
frente a los sofistas, que habían considerado la imposibilidad de encontrar
normas universales y criterios comunes acerca del bien, de la justicia, de los
valores en suma, Sócrates adopta una postura diferente, que podemos calificar
como naturalista e intelectualista.
No
sólo en el campo de los valores, incluso en el terreno abstracto de la
matemática, observamos la constancia y permanencia en el uso de ciertas
nociones. Así, en matemáticas se nos habla del círculo, definido por una serie
de notas constantes, aun cuando entre los objetos de la experiencia, entre los
círculos que dibujamos o trazamos, no se halle nunca el círculo perfecto, con
las cualidades que define el matemático. Ese concepto que define el matemático
es único, el mismo para todos los que entendemos su significado (es universal),
y sus rasgos son siempre constantes y permanentes (es inmutable).
Pero,
aunque hemos puesto el ejemplo de las matemáticas, el interés central de los
conceptos y definiciones universales tiene para Sócrates un fin práctico, un
fin ético, relacionado con su interés por el buen obrar. Y es que en el terreno
moral, si encontraramos definiciones universales e invariables de lo bueno, de
lo justo, podríamos refutar las tesis relativistas de los sofistas, que
consideraban que estos conceptos son relativos y varían de una comunidad a
otra. Para Sócrates, no se trata de preguntar en cada comunidad por los valores
imperantes, porque los valores no tienen su fundamento en la voluntad caprichosa
de los ciudadanos, no surgen del acuerdo (nomos), sino que se fundan en la propia naturaleza del hombre (en la fisis). Por eso, los
estudiosos de la obra de Sócrates consideran que, así como los grandes
filósofos jónicos, como Anaximandro y Heráclito, descubrieron la ley de la
naturaleza, de la misma manera descubrió Sócrates la ley moral en interior de lo humano. Y si el fundamento de
los valores es la propia naturaleza humana (que es igual para todos los
hombres), cada hombre, a través de su propia experiencia puede descubrirlos,
averiguar por sí mismo qué es lo bueno y lo justo.
Ahora
bien, Sócrates consideraba que el descubrimiento de los valores no se realiza
observando las conductas externas de los hombres, sino que cada uno ha de tener
acceso a su interioridad para descubrir experiencialmente lo bueno y lo justo.
El descubrimiento de los valores se realiza
través de autoexperiencia interior. De ahí el conocido lema socrático
"conócete a ti mismo". Pero, aunque una parte de la verdad reside en
el interior del hombre, la búsqueda ha de hacerla con la ayuda de otros.
Sócrates ideó un método, que tiene como objetivo ayudar en
esta búsqueda. Este método se le denomina método
mayeútico. La mayéutica es el método filosófico de investigación y
enseñanza propuesto por Sócrates. En un pasaje del Teetetes de Platón
dice Sócrates que practica un arte parecido al de su madre Fenaretes, que era
comadrona: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el
arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y
no a las mujeres, y en que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de
parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo
que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un fruto
verdadero”.
Consiste
esencialmente en emplear el diálogo para llegar al conocimiento. Aunque
Sócrates nunca sistematizó la mayéutica, se pueden destacar los siguientes
pasos:
- En un primer momento se
plantea una cuestión que, en el caso del uso que Sócrates hizo de
este método, podía expresarse con preguntas del siguiente tipo ¿qué es la
virtud?, ¿qué es la ciencia?, ¿en qué consiste la belleza?;
· en un segundo momento el
interlocutor da una respuesta, respuesta inmediatamente discutida o rebatida
por el maestro;
· a continuación se sigue una
discusión sobre el tema que sume al interlocutor en confusión; este momento de
confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se creía
saber perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Sócrates lo
identifica con los dolores que siente la parturienta antes de dar a luz;
· tras este momento de
confusión, la intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a
definiciones cada vez más generales y precisas de la cuestión que se investiga
(la belleza, la ciencia, la virtud);
· la discusión concluiría cuando
el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue alcanzar el conocimiento
preciso, universal y estricto de la realidad que se investiga (aunque en muchos
diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión queda abierta e
inconclusa).
La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no
inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo
o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para
Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método
es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de
ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el diálogo y
un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí
mismo el saber.
El arte de
la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia pues al considerar
al discípulo competente para encontrar dentro de sí la verdad debe suponer que
el alma de aquél la ha debido conocer en algún momento antes de hacerse
ignorante.
Básicamente
el método mayéutico se basa en el arte de hacer preguntas, que tienen una doble
finalidad: en primer lugar, se trata de preparar al entendimiento, liberándole
de errores y prejuicios, que lleven finalmente al reconocimiento de la propia
ignorancia ("solo sé que no sé nada"), pues sólo el que es consciente
de su ignorancia está en disposición de querer salir de ella. A esta parte del
método se le llama la ironía. En segundo lugar, también a través de las
preguntas, se trata de orientar la
reflexión de cada cual, para que a través del diálogo con los demás, sea capaz
por sí mismo de encontrar respuestas comunes, que valgan para todos
(universales). En esta búsqueda, el diálogo se estructura a partir de la
reflexión sobre casos particulares y concretos, extraídos de la observación de
la conducta de los demás, hasta llegar a la formulación de un concepto común,
en el que se recojan todos los rasgos básicos de esa casuistica estudiada. A
esto es a lo que Aristóteles llama método
inductivo. Por ejemplo, si se
trata de definir qué es la justicia, hemos de partir de lo que consideramos que
son acciones justas en concreto, tales como no mentir, no causar daño a otros,
no hacer esclavos a nuestros semejantes. El estudio pormenorizado de estas
acciones concretas nos permite descubrir qué es lo común a todas ellas. En este
caso, se trataría de actos que se orientan todos a dar cada uno lo que le
pertenece. Esta tendría que ser entonces la definición de justicia. Es justo
aquél que da a cada uno lo que le corresponde.
Y una
vez que el hombre sabe lo que está bien, Sócrates considera que hay garantías
de que el hombre obrará bien. Sócrates en este punto es el más radical de los intelectualistas éticos, esto es, de aquellos filósofos
que consideran que la fuerza de la razón
sobre el gobierno de la conducta es tal, que es imposible obrar el mal cuando
se conoce el bien. Nadie comete una falta a sabiendas, del mismo modo que nadie
escoge a sabiendas aquello que le perjudica.
Virtud
y sabiduría son una misma cosa y todas las virtudes se reducen en última
instancia a sabiduría, pues todas son en realidad hábitos racionales que nos
llevan a saber comportarnos, en relación con los diferentes objetos de nuestro
entorno. Así, la piedad es saber
comportarse con los dioses, la justicia saber tratar a cada hombre como se
merece, la templanza saber moderar los propios apetitos.
Además
puesto que la virtud es una forma de saber práctico, una clase de ciencia,
puede enseñarse, lo mismo que se enseñan los demás saberes. A esta tarea,
precisamente, dedicó Sócrates su vida y esta tarea también le llevó a la
muerte.
Al
final de su vida intelectual, desarrollada siempre en Atenas, fue acusado de
haber corrompido a los jóvenes al negarle culto y veneración a los dioses del
Estado e intentar introducir en su lugar otros nuevos. Si no hubiera desdeñado
la forma acostumbrada de defensa, aceptando las sugerencias del tribunal, sin
duda hubiera sido absuelto. Condenado a muerte, rechaza las proposiciones de
sus amigos que le hablan de fuga y toma
la cicuta, por considerar que las leyes de la ciudad, aun siendo injustas, a
todos obligan. Su muerte fue su hazaña moral más inolvidable para los amigos y
discípulos que estuvieron presentes. Platón la recreó en uno de sus diálogos
más conocidos, la Apología
de Sócrates. Sócrates ha pasado a la historia de la filosofía como el
descubridor de la vida moral y su función central en la existencia humana, base
de la grandeza y superior condición de los hombres. Todos los filósofos -menos Nietzsche- alabaron a Sócrates, el
pensador que nunca escribió nada.
Fuente:
www.juntadeandalucia.es
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