LA FIGURA DE SÓCRATES - Mente Filosófica

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miércoles, 1 de mayo de 2019

LA FIGURA DE SÓCRATES



Precisamente la figura de Sócrates ha sido tradicionalmente contrapuesta a la de los sofistas, constituyendo el modelo mítico de sabio incorruptible, ejemplo intachable de moralidad. Es la figura del pensador que está dispuesto a morir por defender sus ideas. Sin embargo, este hombre, que la tradición filosófica consideró modelo de pensador, no escribió nada. Tal hecho se relaciona con su modo de entender la filosofía como una actividad. El escritor puede comunicar una doctrina, pero no estimular la investigación, el filosofar y el razonar; para eso es preciso el dialogo riguroso, a partir de la toma de conciencia de la propia ignorancia.
          La personalidad y obra de Sócrates nos ha llegado a través de tres testimonios fundamentales: Jenofonte, que nos ofrece la imagen de Sócrates ocupado en la formación de buenos ciudadanos;en la imagen de Jenofonte Sócrates estaba interesado fundamentalmente por la formación de hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a la de un moralista práctico: la caricatura de Aristófanes que lo presenta como filósofo de la naturaleza, amante  de las complicaciones intelectuales, y la de su discípulo Platón, que en la Apología de Sócrates nos da la imagen más idealizada del personaje humano y del filósofo. En la versión platónica, Sócrates aparece como precursor de la teoría de las ideas, versión que ha sido la más utilizada por la tradición filosófica y sobre la que más ha  reflexionado la cultura posterior.

        Históricamente la valoración de Sócrates ha experimentado variaciones: SanJustino considerará a Sócrates como precursor de Cristo, y a partir de él, muchos autores cristianos dirán que el optimismo racionalista de Sócrates era reflejo de una especie de revelación parcial que había recibido por parte de Dios.
        Erasmo lo añadía en las letanías y rezaba Sancte Socrates, ora pro nobis .
        Los  Kantianos vieron en él a un Crítico
        Los  Románticos vieron en él un soñador y reaccionario.
        Nietzsche vió en él a un antivitalista.

          B) LA AUTOEXPERIENCIA MORAL EN SOCRATES
Como contemporáneo que es de los sofistas, su problemática filosófica es similar a la de aquéllos: la reflexión sobre el hombre y la sociedad (la ciudad-estado para los griegos). Y dentro de esta problemática general acerca del hombre, quizás la cuestión básica sea la reflexión sobre la moral, sobre la norma y el valor.
          Y frente a los sofistas, que habían considerado la imposibilidad de encontrar normas universales y criterios comunes acerca del bien, de la justicia, de los valores en suma, Sócrates adopta una postura diferente, que podemos calificar como naturalista e intelectualista.

          No sólo en el campo de los valores, incluso en el terreno abstracto de la matemática, observamos la constancia y permanencia en el uso de ciertas nociones. Así, en matemáticas se nos habla del círculo, definido por una serie de notas constantes, aun cuando entre los objetos de la experiencia, entre los círculos que dibujamos o trazamos, no se halle nunca el círculo perfecto, con las cualidades que define el matemático. Ese concepto que define el matemático es único, el mismo para todos los que entendemos su significado (es universal), y sus rasgos son siempre constantes y permanentes (es inmutable).
          Pero, aunque hemos puesto el ejemplo de las matemáticas, el interés central de los conceptos y definiciones universales tiene para Sócrates un fin práctico, un fin ético, relacionado con su interés por el buen obrar. Y es que en el terreno moral, si encontraramos definiciones universales e invariables de lo bueno, de lo justo, podríamos refutar las tesis relativistas de los sofistas, que consideraban que estos conceptos son relativos y varían de una comunidad a otra. Para Sócrates, no se trata de preguntar en cada comunidad por los valores imperantes, porque los valores no tienen su fundamento en la voluntad caprichosa de los ciudadanos, no surgen del acuerdo (nomos), sino que se fundan en la propia naturaleza del hombre (en la fisis). Por eso, los estudiosos de la obra de Sócrates consideran que, así como los grandes filósofos jónicos, como Anaximandro y Heráclito, descubrieron la ley de la naturaleza, de la misma manera descubrió Sócrates la ley moral en  interior de lo humano. Y si el fundamento de los valores es la propia naturaleza humana (que es igual para todos los hombres), cada hombre, a través de su propia experiencia puede descubrirlos, averiguar por sí mismo qué es lo bueno y lo justo.

          Ahora bien, Sócrates consideraba que el descubrimiento de los valores no se realiza observando las conductas externas de los hombres, sino que cada uno ha de tener acceso a su interioridad para descubrir experiencialmente lo bueno y lo justo. El descubrimiento de los valores  se  realiza través de autoexperiencia interior. De ahí el conocido lema socrático "conócete a ti mismo". Pero, aunque una parte de la verdad reside en el interior del hombre, la búsqueda ha de hacerla con la ayuda de otros.
          Sócrates ideó un método, que tiene como objetivo ayudar en esta búsqueda. Este método se le denomina método mayeútico. La mayéutica es el método filosófico de investigación y enseñanza propuesto por Sócrates. En un pasaje del Teetetes de Platón dice Sócrates que practica un arte parecido al de su madre Fenaretes, que era comadrona: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características generales que el arte [de las comadronas]. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres y no a las mujeres, y en que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de parto. Lo mejor del arte que practico es, sin embargo, que permite saber si lo que engendra la reflexión del joven es una apariencia engañosa o un fruto verdadero”.
    Consiste esencialmente en emplear el diálogo para  llegar al conocimiento. Aunque Sócrates nunca sistematizó la mayéutica, se pueden destacar los siguientes pasos:
  • En un primer momento se plantea una cuestión que, en el caso del uso que  Sócrates hizo de este método, podía expresarse con preguntas del siguiente tipo ¿qué es la virtud?, ¿qué es la ciencia?, ¿en qué consiste la belleza?;
·      en un segundo momento el interlocutor da una respuesta, respuesta inmediatamente discutida o rebatida por el maestro;
·      a continuación se sigue una discusión sobre el tema que sume al interlocutor en confusión; este momento de confusión e incomodidad por no ver claro algo que antes del diálogo se creía saber perfectamente es condición necesaria para el aprendizaje, y Sócrates lo identifica con los dolores que siente la parturienta antes de dar a luz;
·      tras este momento de confusión, la intención del método mayéutico es elevarse progresivamente a definiciones cada vez más generales y precisas de la cuestión que se investiga (la belleza, la ciencia, la virtud);
·      la discusión concluiría cuando el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la realidad que se investiga (aunque en muchos diálogos de Platón no se alcanza este ideal y la discusión queda abierta e inconclusa).
      La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber. 

    El arte de la mayéutica implica la teoría platónica de la reminiscencia pues al considerar al discípulo competente para encontrar dentro de sí la verdad debe suponer que el alma de aquél la ha debido conocer en algún momento antes de hacerse ignorante.
          Básicamente el método mayéutico se basa en el arte de hacer preguntas, que tienen una doble finalidad: en primer lugar, se trata de preparar al entendimiento, liberándole de errores y prejuicios, que lleven finalmente al reconocimiento de la propia ignorancia ("solo sé que no sé nada"), pues sólo el que es consciente de su ignorancia está en disposición de querer salir de ella. A esta parte del método se le llama la ironía. En segundo lugar, también a través de las preguntas, se trata de orientar  la reflexión de cada cual, para que a través del diálogo con los demás, sea capaz por sí mismo de encontrar respuestas comunes, que valgan para todos (universales). En esta búsqueda, el diálogo se estructura a partir de la reflexión sobre casos particulares y concretos, extraídos de la observación de la conducta de los demás, hasta llegar a la formulación de un concepto común, en el que se recojan todos los rasgos básicos de esa casuistica estudiada. A esto es a lo que Aristóteles llama método inductivo.  Por ejemplo, si se trata de definir qué es la justicia, hemos de partir de lo que consideramos que son acciones justas en concreto, tales como no mentir, no causar daño a otros, no hacer esclavos a nuestros semejantes. El estudio pormenorizado de estas acciones concretas nos permite descubrir qué es lo común a todas ellas. En este caso, se trataría de actos que se orientan todos a dar cada uno lo que le pertenece. Esta tendría que ser entonces la definición de justicia. Es justo aquél que da a cada uno lo que le corresponde.

          Y una vez que el hombre sabe lo que está bien, Sócrates considera que hay garantías de que el hombre obrará bien. Sócrates en este punto es el más radical de los intelectualistas éticos, esto es, de aquellos filósofos que consideran que  la fuerza de la razón sobre el gobierno de la conducta es tal, que es imposible obrar el mal cuando se conoce el bien. Nadie comete una falta a sabiendas, del mismo modo que nadie escoge a sabiendas aquello que le perjudica.

          Virtud y sabiduría son una misma cosa y todas las virtudes se reducen en última instancia a sabiduría, pues todas son en realidad hábitos racionales que nos llevan a saber comportarnos, en relación con los diferentes objetos de nuestro entorno. Así,  la piedad es saber comportarse con los dioses, la justicia saber tratar a cada hombre como se merece, la templanza saber moderar los propios apetitos.
          Además puesto que la virtud es una forma de saber práctico, una clase de ciencia, puede enseñarse, lo mismo que se enseñan los demás saberes. A esta tarea, precisamente, dedicó Sócrates su vida y esta tarea también le llevó a la muerte.
          Al final de su vida intelectual, desarrollada siempre en Atenas, fue acusado de haber corrompido a los jóvenes al negarle culto y veneración a los dioses del Estado e intentar introducir en su lugar otros nuevos. Si no hubiera desdeñado la forma acostumbrada de defensa, aceptando las sugerencias del tribunal, sin duda hubiera sido absuelto. Condenado a muerte, rechaza las proposiciones de sus amigos que le hablan de fuga  y toma la cicuta, por considerar que las leyes de la ciudad, aun siendo injustas, a todos obligan. Su muerte fue su hazaña moral más inolvidable para los amigos y discípulos que estuvieron presentes. Platón la recreó en uno de sus diálogos más conocidos, la Apología de Sócrates. Sócrates ha pasado a la historia de la filosofía como el descubridor de la vida moral y su función central en la existencia humana, base de la grandeza y superior condición de los hombres. Todos los filósofos  -menos Nietzsche- alabaron a Sócrates, el pensador que nunca escribió nada.



Fuente:   
www.juntadeandalucia.es


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