La pandemia del COVID-19 o SARS-CoV-2 ha
estimulado de forma extraordinaria a los sectores científicos, cuyo protagonismo
es clave para superar la crisis.
La revista Natura,
experta en la temática, calcula que al final del primer trimestre de 2020 se
habían realizado más de un millar de estudios sobre el virus, cuya existencia
se reparó más de 90 días antes.
¿Cómo podría la ciencia combatir la pandemia?
Entre los intentos
desesperados de las naciones, se vislumbró la estrategia de Sur Corea para
evitar el contagio del virus sin obligar al confinamiento.
Pero, si bien ha
ofrecido grandes resultado, solo retrasa lo inevitable. En este caso, la
ciencia toma un rol esencial en el objetivo de desarrollar antivirales, vacunas
u otros fármacos capaces de erradicar el virus.
El reto de los
antivirales
En el campo de los
nuevos tratamientos específicos contra el COVID-19, uno de los principales
enfoques es el uso de anticuerpo monoclonales: moléculas que cumplen con la
función del sistema inmune de combatir infecciones.
Los expertos han
estudiado a profundidad la proteína Spike
(S), empleada por el virus para maximizar su expansión, por tanto, un claro
objetivo de la comunidad científica es desarrollar anticuerpos capaces de combatirla.
El segundo enfoque
dentro de los antivirales consiste en la creación de fármacos con la habilidad
de interceptar las proteínas vitales de la infección.
Diversos estudios
revelan la estructura de la proteasa que la SARS-CoV-2 usa para procesar las
proteínas que construyen nuevas partículas virales, además de un inhibidor capaz
de bloquear esta función e impedir la reproducción de las mismas.
Creación de los antisueros
Antes de diseñar una
vacuna definitiva, se tiene que tener alternativas que disminuyan el riesgo de
mutación y expansión. Entre las distintas posibilidades se distinguen:
·
Extraer plasma de las personas que
ya han padecido la infección y lograron recuperarse: de acuerdo a la opinión de
muchos expertos, sus anticuerpos pueden ayudar a otros enfermos de la pandemia.
Si bien no es una estrategia muy eficaz, ha servido para luchar contra otras
enfermedades, como el ébola.
·
Uso de fármacos para otras dolencias:
se han registrados miles de ensayos clínicos siguiendo este método. Aunque
muchos de los primeros tests dieron
resultados deplorables, el uso de antivirales no aprobados, como el remdesivir, creado para combatir el ébola, son prometedores.
El desarrollo de la vacuna
Incluso si los
anteriores procesos consiguen reducir el índice de contagio, muertes y eleva el
nivel de recuperación, los epidemiólogos expertos aseguran que la amenaza
persistirá en caso de no desarrollar una vacuna.
El esfuerzo
desempeñado por los científicos en este campo no tiene precedentes. Hasta los
momentos, se han señalado más 50 alternativas, y, cada día, el número va en
aumento.
Algunos tratamientos,
como el ARN, desarrollada por Moderna
Therapeutics y los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, tienen
un prometedor futuro. También se deben señalar CanSino Biologics, firma china, e Inovio Pharmaceuticals, cuyos avances son satisfactorios.
No obstante, esta es
la primera fase, cuyo objetivo es evaluar la seguridad de las vacunas, y la OMS
declara que, en el mejor de los caso, se invertirán menos de 24 en completar
todas las fases de aprobación.
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