La biosfera y diversidad biológica hacen referencia a procesos esenciales para comprender el por qué se produce la vida en la Tierra y cómo evoluciona.
Cada una, aunque se enfocan a
áreas distintas, están relacionada de cierta forma. A continuación, se explica
más al respecto.
¿Qué es la biodiversidad?
La diversidad biológica, de
acuerdo al Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, es el término apropiado
que hace referencia a la basta variedad de seres vivientes en la Tierra, y lo
que sucede con los patrones primitivos por los que se integran.
Estima todo lo datado en miles de
millones de años de evolución según los procesos naturales y la influencia de
la obra humana.
Engloba los ecosistemas y
diferencias genéticas dentro de cada especie, o diversidad genética, que
hacen posible las múltiples combinaciones de formas biológicas, cuyas
interacciones con el resto del ambiente cimientan el sustento de la vida tal y
como se conoce.
Origen de la biodiversidad
El término procede de la palabra
anglosajona biodiversity; que, a su
vez, es la contracción de la expresión biological
diversity o diversidad biológica.
Se empleó por primera vez en la
década de 1980 como título de una conferencia convocada por Walter G. Rosen, National Forum on BioDiversity.
En el año 1992, la Cumbre de la
Tierra, llevada a cabo en Río de Janeiro, Brasil, perpetuó la necesidad global
de conciliar la preservación de la biodiversidad
con el progreso tecnológico, industrial y cultural de ser humano.
Los criterios predominantes se
enfocan en la sostenibilidad y sustentabilidad, según indica el Convenio
Internacional sobre la Diversidad Biológica, aprobado en Nairobi el 22 de mayo
de 1994.
En 2007, la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemoró el 22 de mayo como Día
Internacional de la Diversidad Biológica, coincidiendo con la fecha del
Objetivo Biodiversidad 2010.
¿Qué es la biosfera?
La biosfera, por su parte, es la capa de la tierra que tiene como elementos
primordiales el carbono, nitrógeno, hidrógeno y oxígeno.
También cuenta con otros
químicos, en menor proporción, como el fósforo, potasio o calcio, cuyo
protagonismo es esencial para preservar la vida de muchas otras especies.
Aunque existe una ligera entrada
de la energía geotérmica, la mayor parte del funcionamiento de este ecosistema,
se basa en el aporte de la energía solar.
Las plantas y conjuntos de
microorganismos fotosintéticos absorben la leve radicación de luz y la
convierten en energía química mediante la fotosíntesis. Lo que permite el
desarrollo de glucosa, o azúcar simple, y libera oxígeno.
La glucosa se posiciona como la
segunda fuente de energía que impulsa al ecosistema, ya que parte del azúcar, es
directamente empleada por otros organismos para adquirir energía. Por su parte,
la glucosa sobrante, se convierte en moléculas de aminoácidos.
Las plantas suelen emplear los
azúcares, concentrado en el néctar, para seducir a los polinizadores y fomentar
la reproducción.
El agua, además, es intercambiada
entre la hidrosfera, litosfera, atmósfera, biosfera y los ciclos regulares.
Produce un equilibrio en los
océanos, asegurando la estabilidad climática y térmica. También facilitando el
transporte de elementos químicos (beneficiosos para la medio ambiente o no) por
las corrientes oceánicas.
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