Las fuentes gnósticas se apoyan en el conocimiento transcendental que admite la salvación, el cual puede ser
presenciado por un grupo de iniciados por medio de la gnosis; un tipo de saber introspectivo.
Estas corrientes se caracterizan por el sincretismo,
tomando consciencia a las llegada de las tradiciones helenísticas, cristinas,
joaneas, paulinas, orientales, iraníes, judías, entre otros. A partir
de los primero siglos después de Cristo
se conformó una religión filosófica
de carácter dualista que muestran el
mito mediante un sistema racional.
Las características del Gnosticismo
Aunque la gnosis no aporte argumentos sustanciales, tiene un gran valor
respecto al caldo de cultivo del pensamiento venidero, tomando en consideración
el nexo entre la cultura cristiana y
griega, alargando la griega y
alabando la cristiana.
No obstante, se convierte en la base
más popular que apoya el dualismo griego, el cual vulgariza destacando
distintos aspectos fundamentales al separarlos de su cualidad especulativa de
tendencia filosófica, de esta forma se encuentra un contexto que aporte valor a
las demandas religiosas.
Una de las características más sobresalientes del Gnosticismo, fue el fuerte rechazo que presentó hacia el mundo
material. Basílides y Valentido se convirtieron en el prototipo de esta
tendencia, declarando que el mal se renueva de forma independiente. En la rama
oriental los principios se dividen en; contradictorios y equiparables, mientras
que desde el punto de vista de los autores pasivos, es considerado inferior e
inerte en cuanto al fundamente supremo del bien.
La evolución del Gnosticismo
El gnosticismo
pretende situar a Dios, una
divinidad inevitable, en la cúspide como un ente sin defectos; provocando que,
gracias a dicho grado de perfección, no posea contacto alguno con otros seres
por considerarlos incapaces. Por otro lado, el Demiurgo se encuentra en el
nivel más bajo, debido a que representa todo lo maligno que ha creado la
materia para aprisionar a los hombres en sus vicios.
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