Tanto la salud mental como física,
se apoyan con el fin de mantener el bienestar del hombre. No solo permite tener
más confianza y seguridad al actuar, consentirlos; es importante para mejorar el
rendimiento en la vida laboral, social, personal y familiar.
Cuando una persona está bien por dentro, es inevitable que termine materializando su estado al exterior. Sin embargo, el bienestar, no tiene que ver tanto con el hecho de tener una gran apariencia más, que con saber que se está haciendo lo posible para alcanzar, además del físico, la paz emocional.
Importancia
del equilibrio entre cuerpo y mente
Si bien, para algunos no tiene un rol importante en sus vidas, la apariencia representa
a donde se dirige una persona. Por ejemplo, cuando se acude a una entrevista de
trabajo, lo ideal es optar por un estilo formar; contrario a cuando se sale con
los amigos.
El cuerpo, no solo es el escudo que
protege los órganos o resguarda las venas. Está presente para ser admirado por las
personas y por uno mismo, pero, en la mayoría de los casos, las personas tienen
un bajo concepto, de lo que es y lo que simboliza.
Permite comprender tanto de lo que están
hechas como la forma en que resuelven las contrariedades de la vida.
Cuando un hombre se observa en el espejo,
y le gusta lo que ve, es más propenso a presentarse ante alguien que considere
importante sonriendo y sin preocuparse por detalles menores. Le facilita el control
de sus inseguridades, respecto a lo que pueda o no pensar su interlocutor, u
otras personas del entorno.
Por otro lado, las dificultades físicas
como la piel reseca, acné, obesidad o calvicie, por nombrar pocas, ejercen un
efecto contrario a la seguridad y felicidad. Dichos factores han sido causantes
de enfermedades, como el cáncer, estrés y diabetes.
Si se es consciente y hace todo lo posible
para llevar un estilo de vida saludable, no hay que sufrir el remordimiento,
incomodidad o culpa por no actuar para mejorar su estado.
Mientras más se acerque a la vejez,
debería sentirse más conforme consigo mismo, pero, hasta lo que ha datado la
historia, ocurre todo lo contrario.
Cursando los 60 años en adelante, los
miedos tienden a intensificarse, el ‘qué pensarán’ toma mayor relevancia
comparado a la adolescencia y las comparaciones son más frecuentes y tortuosas.
Terminan pensando, con mayor intensidad, lo que son y lo que pudieron o quieren
llegar a ser.
Al momento de dar pasos positivo, no solo
en el cuerpo, también en la mente, es necesario fortalecer el dominio emocional.
¿En
qué consiste la fortaleza emocional?
La fortaleza
emocional es la que permite afrontar
los eventos inesperados de la vida, con un control interno y externo superior, incluyendo
cambios físicos incontrolables, como una enfermedad, repercusiones de un
accidente o el embarazo.
Puesto que nadie está exento de los
eventos externos, la mejor estrategia es invertir en el interior: dominar las
emociones y afianzarse a los valores. La historia demuestra que los mayores
personajes de la historia, bien sean empresarios, políticos, filósofos, activistas,
etc., han tenido un gran control de sus emociones. Proclamar lo contrario
sería, lamentablemente, desconocerla.
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